El Viejo Pancho

Con Gustavo San Román cerramos este acercamiento a la persona y obra de nuestro escritor, señalando que aunque parece “hablar con sentimientos locales que su gran éxito popular parecería confirmar”, “la voz que habla en las poesías de “El Viejo Pancho” no es la del hombre Alonso y Trelles”, ya que “no se trata de la persona de un gallego; ni la de un gallego que echa de menos su país; ni la de un gallego que describe su experiencia como emigrante en América”, pues según sus biógrafos “el hombre Trelles era muy distinto al poeta Viejo Pancho, y hay que diferenciar entre los dos: el hombre era contento, el poeta nostálgico; el hombre no era misógino, el poeta sí; al hombre no le gustaba la bebida, al poeta demasiado; el hombre era librepensador y progresista, el poeta era reaccionario y supersticioso; el hombre hacía campaña contra los curanderos, el poeta los celebraba y rechazaba a los médicos; por fin (Sabet Peter) a Chiruza, esa china adúltera e insolente que ensombrece los recuerdos  del “Viejo Pancho” y que, a pesar de todo, es su musa inspiradora, no tiene en absoluto puntos de contacto con la realidad pasional de la vida del autor”, culminando con la cita de José Pereira Rodríguez que afirma que “Hombre y obra se muestran como anverso y reverso de una medalla de contradicciones”.  

Autocaricatura de José Alonso y Trelles (09/12/1894)

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