El Viejo Pancho
Palabras sobre el Mago de la Palabra
Texto de Xulio Xiz / Supervisión de Gustavo San Román
Autocaricatura de José Alonso y Trelles (09/02/1985)
EL GALLEGO TRELLES
Para Manuel María, “El Viejo Pancho” fue un poeta local. De un localismo feroz, podríamos decir. De ahí su gloria y su universalidad. Cuando se puso en contacto con la tierra y las gentes del Uruguay, encontró su destino, su voz más auténtica y su poesía fue verdadera, adquiriendo entonces toda su dimensión de un gran poeta uruguayo, que conmovió en sus más hondas raíces el alma de un pueblo. Pero en el fondo de sus versos late una vaga melancolía que solemos llamar "saudade", como escribió un poeta de la Galicia actual. Late como un cauce subterráneo, un temblor emocional, un misterio melancólico y sutil, muy gallego. Son restos atávicos de una poesía vieja, depurada por el tiempo, hecha de niebla, de misterio, de soledad, y de emoción pura, escrita por una raza a la que Alonso Trelles pertenecía por nacimiento. Una raza vieja, sentimental, melancólica, trabajadora y viajera. Si “El Viejo Pancho” abrió en el Uruguay su corazón al amor, en Galicia abrió sus ojos a la luz.
Eduardo del Río afirma que “no hay más que desnudar a los personajes que en Paja Brava viven, sufren y pasan, para ver ciertamente que son personajes gallegos. Hablan con la misma voz sentenciosa de nuestros labradores; tienen la misma ironía socarrona, el mismo humor y asumen siempre la misma posición frente a la vida. El gaucho es un hombre gallego como tantos y tantos miles que cruzaron su raza con las aborígenes americanas, y en su alma recién lavada sellaron para siempre jamás nuestras características espirituales”.
Nicolás Gropp - Universidad de la República. Montevideo. Entre otros textos, sus obras de teatro muestran otra cara complementaria de un gallego que llegó a América para quedarse, como tantos otros, pero que logró en el Uruguay algo que ninguno de ellos lograría, al menos en ese grado: jugar de locatario siendo un inmigrante.
EL NATIVISTA TRELLES
Manolo Suárez Suárez: Cuando se habla de “nativismo”, se hace referencia a la literatura en verso o en prosa que refleja el pensamiento y el sentimiento de la "enxebreza" del mundo rural. El nativismo canta las tradiciones del campo, la vida de sus hombres, el trabajo, el paisaje, y plasma en los versos el habla peculiar del mundo rural. José Alonso y Trelles, “El Viejo Pancho”, fue en las lejanas tierras uruguayas uno de los mejores poetas nativistas del país.
Martín Fernández Vizoso: Fue un emigrante que salió de Ribadeo para ganar las Américas, y las Américas acabaron por ganarlo a él. Tanto se integró, tan bien captó la lengua y el carácter de la sociedad rural que se convirtió en el poeta Nacional del Uruguay .../… Él, como otros poetas nativistas, temía que los cambios sociales que acarreaban la modernización y las fuertes olas inmigratorias, iban a poner en peligro a identidad nacional uruguaya.
Camilo Barcia Trelles: Fue un conquistador, no de tierras ni de encargos, sino de algo más grande: del corazón de un pueblo que supo fundir con el suyo, reflejando sus emociones después en composiciones inmortales .../… poeta popular, gauchesco, que supo aprisionar todo lo que hay de esencial en el alma uruguaya, reflejándolo en composiciones poéticas memorables.
TRELLES, PUENTE ENTRE DOS MUNDOS
Carlos Zubillaga, historiador uruguayo: En la inmigración gallega existe un puente tendido entre el imaginario rural de origen y el imaginario “gauchesco” de un mundo que fue, de una idealización perdida. Se trata, por lo mismo, no tanto de un proceso de aculturación, sino más bien de una continuidad de actitudes culturales en un escenario diferente.
María de los Ángeles González (Universidad de la República, Uruguay): Cuando el escritor llega al país, el impulso inmigratorio de España e Italia al Río de la Plata era fortísimo. En buena medida, la poesía gauchesca desde mediados del s. XIX tematizó el impacto inmigratorio, y hasta puede entenderse como una afirmación de la autenticidad del criollo, frente al peligro de desdibujamiento de esa identidad por la cada vez más gravitante presencia de extranjeros.
Gamallo Fierros: Se observa en el carácter gallego una bisectriz temperamental en apariencia pedagógica: por una banda, el terco vínculo a la tierra nativa, el apetito -casi geológico- de insertarse en el subsuelo de la entraña materna; y por otra, el impulso a la emigración, la capacidad para ceñirse a moldes extraños, sobresalir en la interpretación artística del alma de otros pueblos y entregar el corazón a brisas diferentes y lejanas para que lo envuelvan y lo condicionen los aires y las costumbres de otros países. Y todo conciliable con un fuerte sentimiento de nostalgia, con el ansia de retornar a los predios infantiles y sentir otra vez la paz sedosa de las magias del hogar. Ejemplo excepcional de este tipo de psicologías adaptables nos lo ofrece el provinciano de Lugo, José Alonso Trelles y Jarén, el poeta “indígena” del Uruguay.
CRIOLLO Y ROMÁNTICO
El escritor y crítico uruguayo Casimiro Monegal, dice que fue “el que mejor sondeó el alma gaucha y expresó en versos perdurables las pasiones bravías, los dolores y las ternuras de nuestras Julietas y de nuestros Romeos criollos”.
Luis Scarzolo Travieso, escritor, Uruguay: El más admirado de los poetas criollos rioplatenses. El cantor más criollo. El más criollo de los gallegos.
Gustavo Gallinal, historiador, escritor y político uruguayo: “El Viejo Pancho” no es un poeta gauchesco. La poesía típicamente gauchesca no es sentimental. El gaucho conoce el sufrimiento pero no se complace en saborearlo voluptuosamente. No conoce el tema amoroso. Es sobrio y lacónico. El gaucho sentimental como el salvaje soñador y novio fueron hijos espirituales del romanticismo. “El Viejo Pancho”, romántico en su juventud y en su teatro, cambió en sus modos de expresión, pero no en su íntima contextura espiritual que ya estaba definitivamente modelada. Es un poeta lírico, vástago de la gran familia romántica que se ramifica hasta el infinito, pero guardando en todos los descendientes algo del perfil originario. Usó como instrumento verbal un idioma cuajado de modismos y giros tomados del habla campesina del tiempo presente, porque a nadie le es dado substraerse a la influencia del tiempo en el que vive, y no limpio tampoco de la retórica ciudadana.